Dificultad: Muy Alta
Distancia: 42,06 km
Tiempo: 4h 06 min
Incidencias: estupendo día para montar en bici.
Salida con un encuentro que deseábamos desde ya hace tiempo: el monte Abantos. El perfil realmente daba miedo: http://www.altimetrias.net/aspbk/verPuerto.asp?id=282; y sus cuestas también, idóneo para recordar el 1º aniversario de nuestra aventura asturiana del año pasado.
El puerto comenzó nada más salir de la estación de renfe que es un excelente punto de partida por aquello de dejar bien estacionados los coches. Pero eso, tuvimos casi 2 kms de aproximación hasta el inicio del puerto y entre las calles de las urbanizaciones del escorial, ¡menudas cuestas!
Iba sufriendo desde el principio, y aún quedaban casi 11kms de ascensión. El piso la verdad es que no era muy bueno y las sombras de los árboles se agradecían un montón. De vez en cuando había que hacer un parón para hacer fotos (y esperarme, dicho sea de paso).
Justo después de esta parada vino una zona de descansos a mitad del puerto más o menos para dar comienzo las famosas zetas, una serie de curvas encadenadas que dan lugar a una encrucijada, casi a la cumbre. Allí es donde había más pendiente (por lo menos un 18% o 19%) y donde más se necesitó del molinillo. Después de afrontar las rampas más duras llegamos a una zona donde el camino se separaba hasta la cumbre, en otra pendiente llena de rocas, más llevadera donde conseguimos recuperar un poco.
Desde allí, estupendas vistas, El Escorial y La Cruz Verde:
Bajamos lo andado después de ascender otro poco (no sabemos donde llegaría la continuación del camino, pero seguía subiendo) y llegamos a la encrucijada. Tomamos la cancela a la derecha del camino (nos la abrió un guardia civil, pero nos dijo que era transitable) en una nueva subida sentido Robledondo, allí es donde alcanzaríamos la cota más alta de la ruta, para luego tomar un largo descenso hasta Robledondo y Zarzalejos:
Desde Zarzalejos, nos metimos por un camino de tierra, con bastante roca suelta y divertido, siempre tendiendo hacia arriba, que acabó por machacar nuestras ya de por sí machacadas piernas. Al final llegamos a la famosa Silla de Felipe II y por cercanía a nuestro punto final de El Escorial.
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