30 de Julio de 2011
La primera etapa prometía. A nuestro juicio solo se apreciaban un par de tachuelas y el resto eran kilómetros para ir soltando piernas y cogiendo distancias para los días venideros. Este fue el plan:
Perfil y dificultad: 101 BB (ver en wikiloc)
Datos de la ruta realizada:
Nuestro primer amanecer sería nublado, como tantos otros días, precioso a las 9:30 a.m:
Salimos pronto para Ribadesella, tan pronto que gilipollas de nosotros olvidamos las zapatillas (Rober) y la mochila (Edu), lamentable. Le eché la bronca a mi hermano por olvidar sus zapas y luego resulta que yo me dejo la mochila entera... Cosas de las prisas, asi que nos volvimos Rober y yo del parking de autobuses de Ribadesella donde dejamos los coches de nuevo a Cangas para coger lo olvidado. Quintín, aunque en silencio seguramente se cagó en nuestros muertos por estar 1 hora sólo esperando nuestro regreso.
Subsanados estos "problemillas", partimos a eso de las 12:30 con la ruta. El primer tramo fue precioso, fuimos por veredas húmedas entre los campos de cultivo, con algun charco que otro pero poca cosa. Después nos fuimos adentrarndo en una zona de toboganes (con alguna cuestecilla curioseta, pero corta) y cruzando varios pueblos chiquititos y vías del tren. Este tramo se nos hizo a todos eterno y apenas habíamos cubierto 14kms de los 60 totales que hicimos. Además ya era bastante tarde, nos entraron dudas de volver, pero seguimos, de perdidos al río.
Pasado este tramo llegamos a una zona de carretera que cogimos brevemente hasta llegar a una zona muy arbolada de la montaña para cruzar hacia la zona de Llanes (y el mar). Era una pista bastante buena, pero sólo tenía dos pegas: la primera fue que tenía una pendiente bastante poco amigable que se nos atragantó asi tan de repente y la segunda fue que al acabar la pista forestal lo que había era una pista asfaltada que era un auténtico muro (más del 19% calculado así a ojo). Así que pie a tierra y andando hasta la cima.
Después una bajada muy rápida hasta un pueblo desde el que tomamos ya la carretera hacia el mar y vimos la primera de las playas. Prosiguiendo por una especie de carril bici muy chulo atravesando un puente de madera llegamos a la segunda cota de la jornada. Y menuda cota: trialeras, zona con piedrecillas impracticable, recordaba a la cuesta del burro de la Talajara. Resultado, pie a tierra de nuevo hasta la cima.
Una paradita en lo alto, nos vino bien, como se ponen de duros los gemelos de empujar la burra para arriba:
Después nos encaminamos por lo alto del acantilado que era una pasada:
Dejamos unas calas a nuestra izquierda (nudistas) y bajamos por una carretera hasta una especie de puerto de entrada a llanes.
Allí, después de dar unas vueltas y convencernos de que para llegar a Llanes el track sólo indicaba carretera nos dimos la vuelta. Preciosa la marisma:
Y madre mía, una subida de narices de nuevo, a las 16h que eran y un repecho de la muerte ([PENDIENTE DESNIVEL]). Lo afrontamos con ganas y aunque algún coche nos hizo parar (a mi especialmente) de los que iban hasta el mirador de la cala, llegamos arriba y proseguimos el camino de vuelta. Llegamos a al bajada de piedras sueltas y la primera cuesta el Rober casi hace caída libre, Quin y yo más precabidos bajamos el primer tramo a pata y luego nos lanzamos tras Rober, afrontando las trialeras con mayor facilidad de la que hubieramos esperado. Después regresamos hacia el penúltimo pueblo que cruzamos y nos zampamos un bocata de lomo con queso que parecía el mayor de los manjares. Joder que bien nos supo.
Ahora quedaba afrontar de nuevo la pista forestal, esta vez si que hicimos por ello y la subimos aunque a Quintin se le atragantó un poco el tramo final. Luego cogimos y a todo trapo para abajo y camino de vuelta hasta Ribadesella, entre toboganes, montañas entrenubladas, vacas, pueblecitos y vías del tren.
Que bonitos aquellos parajes verdes... ¡y qué cuestas!
El perfil nos sorprendió, pues no resultó tan fácil como parecía, si bien acabamos mucho mejor de lo que empezamos, apenas tardamos hora y media en hacer el camino de regreso. ¡Objetivo consguido!
Una pasada de ruta que nos encantó por el triple contraste: campo, montaña, mar. Irrepetible. Ahora tocaba volver a casa bastante tarde, comer (a eso de las 20h casi, arroz en cantidades industriales, con tomate, bonito y un huevo frito) y descansar para el etapón del día siguiente. Picos de Europa nada más y nada menos.
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